Jesús nos dijo: “No hay mayor amor que dar la vida por los amigos”. Vimos que, en la historia de la Iglesia, ha habido muchos cristianos que han amado hasta la muerte. He aquí un mártir reciente que es luz para el resto de la Iglesia y del mundo.

Fuente: Ciberiglesia
Cuando tenía 4 años, Iqbal fue vendido por su padre como esclavo. Durante 6 años trabajó durante 12 horas al día en una fábrica de alfombras de Pakistán. Fue golpeado, insultado y encadenado muchas veces a su telar por su dueño.
En 1992 su vida cambió. Asistió a una reunión de una organización contra la esclavitud infantil donde le hablaron de sus derechos. Allí mismo improvisó un discurso sobre su experiencia que fue publicado en los periódicos de su país. Después se negó a volver con su dueño y, con la ayuda de la organización, obtuvo la libertad y comenzó a ir a la escuela.
Iqbal siempre parecía más pequeño, por la desnutrición que había sufrido, pero era muy inteligente. Ya había mostrado antes su fuerte personalidad al decidir hacerse cristiano en un país musulmán.
Desde su liberación se dedicó a ayudar a otros niños como él. Para ello promovió una campaña contra las alfombras hechas con trabajo infantil. En 1994 fue invitado a visitar los EE.UU. Su testimonio apareció en la televisión y recibió dos premios, que empleó en edificar una escuela para los niños liberados.
El 16 de abril de 1995, poco después de volver a Pakistán, fue asesinado. Tenía doce años. Soñaba con ser un abogado para continuar la lucha contra el trabajo forzado de más de 250 millones de niños en todo el mundo.